La inspiración de los maestros

15.05.2020

Juntar mente y corazón a través de las historias para que la narración nos oriente en el camino de buscar nuestro propio rumbo.  

Conectar para reconocer la existencia del otro.
Conectar para reconocer la existencia del otro.

Hoy es el día del maestro. Es un día lindo para celebrar el esfuerzo de los que se dedican a traer esperanza, para celebrar a quienes quieren que las nuevas generaciones generen ideas, se hagan preguntas, cuestionen todo, sean curiosos y labren camino en torno a lo que quieren ser. Eso para mí es un maestro.

Sin embargo, en este país en donde la violencia es la moneda de cambio la palabra maestro resuena muy poco. Como una estrategia clave para callar preguntas, algunos grupos políticos promueven atacar a los maestros, quebrar sus formas de cuestionar y de enseñar a hacerlo, como si cuestionar no hiciera parte de lo que somos como especie. Demeritar a los maestros es toda una estrategia política del que se lucra del hambre, pero en este contexto de guerra ese discurso ha hecho mella.

Mientras fui maestra intenté motivar a mis estudiantes para que se hicieran preguntas, para que no tragaran entero, para que no se conformaran, para que soñaran. Por eso valoré especialmente a los que no tenían problema en criticar de frente (no de espaldas) mi clase porque querían aprender más de algún tema, a los que fueron capaces de cuestionar los textos, a los que proponían actividades y confrontaban lo que decía aunque me pusieran en situaciones incómodas. De eso se trata ser estudiante y aprender. A mí me ponía feliz cuando ellos arrugaban las cejas incrédulos, se sorprendían y empezaban las discusiones que alimentaban historias.

Yo dicté clases en la universidad varios años de manera muy intuitiva, sin guía ni dirección, haciendo lo que a mí me parecía que podía ser interesante. Por eso mis clases estaban llenas de anécdotas y de pequeñas historias que eran mi forma de contar la teoría e invitar a la práctica. Las historias... Es que eso es lo que me mueve y lo que recuerdo.

Yo he tenido muchos maestros que me han marcado la vida, pero ayer volví a ver a una que para mí es un referente: Jane Goodall. Encontré de casualidad un video en youtube de una charla que dio en España y recordé por qué esa mujer ha sido tan importante para mí. Yo la conocí en 2009 en Argentina durante el Congreso Mundial de Bosques, a donde fuimos un grupo de periodistas a prepararnos para cubrir la cumbre del clima de Copenhague, uno de los peores desastres de la historia de las negociaciones climáticas.

Nunca había oído hablar de ella, aunque ya para entonces era una estrella. La vi entrar al salón y escuché por primera vez el saludo chimpancé con el que introduce todas sus charlas. Recuerdo que verla me conmovió hasta las lágrimas por ese discurso tan bello sobre la importancia de juntar mente y corazón.

La he visto después en varios eventos ambientales y en alguno de esos hasta pude hacerle un par de preguntas. Pero ayer recordé por qué me mueve tanto... Ese principio de la mente y el corazón juntos me parece fundamental.

Es que ella fue la pionera en esa idea de la personalidad y la sensibilidad de los animales por la que tuvo que enfrentarse tantos años a científicos de Cambridge. Ella es pionera en eso de criticar el puro cientifismo de la razón que no tiene en cuenta la empatía, como si el objeto estudiado y el investigador fueran cosas inertes capaces solo de captar números y procesar estadísticas. Su forma de ver el mundo ayudó a la ciencia a eliminar ese pensamiento reduccionista que ve a otras especies como cosas.

Para ella, esa idea de que solo comprenderemos el mundo si juntamos cabeza y corazón va ligado a las historias porque sólo es posible juntarlos a través de la narración, a través de contar cuentos que nos conecten... ella es una fantástica contadora de cuentos... y yo no conozco otra forma de expresar la vida. Por eso me encanta.

Pero Jane no solo se ha dedicado a proteger animales. Ella ha sido principalmente una maestra que viaja los 300 días al año contando historias y abriendo oportunidades para que los niños, a través de su fundación Roots and Shoots que está por todo el mundo, se pregunten sobre su entorno y sientan ganas de cuidar a los animales.

Estuve en la última cumbre del clima en diciembre. Un fracaso rotundo que tuvo sede en Madrid. Recorrí muchos salones y vi cientos de conferencias y ruedas de prensa... escuché mucha basura sobre el compromiso de uno y otro país para cuidar el planeta. Lo único que valió la pena de la cumbre fueron los niños que se pasearon por los corredores e hicieron preguntas y manifestaciones. Y no hablo solo de Greta Thunberg, hablo de todos los demás que estaban por todas partes intentando entender y lanzar ideas. Ellos son el resultado de gente como Jane que es pura inspiración.

Yo creo que la labor del maestro es inspirar, abrir camino para que los pupilos sigan andando y se busquen sus propias rutas.

Mientras estamos a puerta cerrada, pienso en esa labor tan linda que de lo que se trata es de abrir las puertas. 

Texto y foto: María Clara Valencia

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