Luna llena sobre la cabeza

08.04.2020

Una noche de súper Luna, que desde la ventana alumbra el tiempo suspendido. Es el tiempo de la reflexión y de las historias.  

La luna llena los momentos en que los cabellos crecen a su antojo.
La luna llena los momentos en que los cabellos crecen a su antojo.

Anoche empecé a ver la miniserie de Netflix 'Madame CJ Walker, una mujer hecha a sí misma' que cuenta la historia de una emprendedora de raza negra a principio de 1900, quien debe enfrentar el racismo y el machismo para sacar adelante su emprendimiento de productos para crecer el cabello. La protagonista arranca diciendo: "El cabello es belleza, es emoción, es nuestra herencia; nos dice dónde estamos, dónde hemos estado y hacia dónde vamos. El cabello es poder.. no puedo imaginar lo que es perderlo".

Llevo apenas dos capítulos en los que ella ha tenido que demostrar su fuerza femenina, de raza y, además, demostrar que los asuntos del cabello no son banales.

Estoy de acuerdo. El cabello es poder y nos dice dónde estamos y dónde hemos estado, también, hacia dónde vamos. Imaginar lo que es perderlo... yo lo sé. Y sé también que no es un asunto banal de vanidades y chismes de peluquería. Lo sé porque mi cabello también tiene que ver con este dialogar con el cuerpo de los últimos meses (si me refiero al pelo, podría ser el de los brazos, el pubis o piernas), porque hace más de 30 años cuando un golpe en la cabeza transformó mi posición en el mundo, el cabello fue el primero en contarme que algo había cambiado.

Tenía 10 años y tras despertar de semanas en coma, pasé muchos días sin entender qué era lo que me había pasado ni las consecuencias que habían quedado. Recibí muchas visitas de gente cariñosa. En una de esas, una amiga se desmayó del impacto de verme. Yo no entendí, pensé que quizás no había comido bien ese día.

Pero hubo dos momentos que me pusieron de frente ante la nueva realidad de mi cuerpo... hubo una señora del barrio que me visitaba seguido. Era dulce y me hizo compañía muchos días. Un día se le ocurrió decir que cuando me quitaran las vendas, ella quería hacerme trenzas. Esa idea quedó fija en mi cabeza y me llenó de ilusión, pero cuando me quitaron las vendas y me pusieron por primera vez ante el espejo, me di cuenta de que no tenía pelo y que mi cara estaba completamente torcida hacia a un lado. No supe quién era la que estaba frente al espejo. Dicen que los gritos y el llanto se oyeron en varios pisos del hospital Lorencita Villegas de Santos donde me atendieron. Yo recuerdo ese como el día más triste de mi vida. Todos en mi familia, por solidaridad, se cortaron el pelo.

El segundo momento fue cuando entró la fisioterapeuta a hacer los primeros ejercicios. Me pidió que juntara uno a uno los dedos de la mano izquierda con el pulgar. Yo me reí y le dije que era una tontería... entonces me di cuenta de que no podía mover la mano. La relación con mi cuerpo cambió desde entonces.

Algunas semanas después, ya fuera del hospital, un señor en la calle no supo si yo era niña o niño y se rio de ello. Desde ese día, para mí se convirtió en una obsesión no solo tener el pelo largo, sino usar aretes vistosos para que todos supieran que era niña (aunque hace más o menos una década lo tuve corto por primera vez en años como respuesta a un momento que me movió todos los cimientos). Aun hoy, más de 30 años después, me cuesta salir de casa sin aretes... ¿cómo van a saber que soy niña? Sigo repitiéndome de manera inconsciente, y aun hasta con risa, a veces, aunque ya mis senos son los suficientemente grandes como evidencia.

"El cabello es poder" .... Poder ser lo que soy, sin miedo, poder expresarlo y lucirlo. "Nos dice dónde estamos, dónde hemos estado y hacia dónde vamos" ... la ausencia del cabello me habla del golpe, también del renacer; de dónde hemos estado, como una prueba de la insistencia. Donde lo tenga hoy, da cuenta del esfuerzo que me ha traído aquí, y hacia dónde voy, se expresa en la libertad que tiene para permanecer suelto, incluso despelucado y no por eso menos importante. Poner a dialogar mis dos manos para hacer una trenza es como poner a hablar a un árabe con un japonés.

Anoche hubo una luna grande, era noche de luna llena, de súper luna. Leí que se vio roja, pero aquí solo aparecieron tonos entre gris y blanco. Desde la puerta de casa, estuve un rato largo tomándole fotos...

Dicen que el cabello debe cortarse en luna creciente para acelerar el crecimiento. Por estos días, con el mundo en suspenso, las peluquerías están cerradas y mientras los cabellos crecen, nos hablan sobre dónde estamos... estamos en el presente dejándole la libertad al cabello de que haga con sí mismo lo que quiera, de que tome sus propias formas, colores y reveses. "El cabello nos dice hacia dónde vamos..." ya veremos qué tan lejos llega.

"El cabello es poder". Tengo más historias sobre cabellos, pero eso requiere un capítulo aparte de este diario 'Desde la Ventana'.

Texto y foto: María Clara Valencia.

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