Recuperar la naturaleza perdida

11.05.2020

Aprender a observar en el confinamiento para hacer de la naturaleza maestra y que podamos recobrar el sentido de las cosas. 

Entre las aguas, en medio de especies únicas, hay lecciones que como humanidad no hemos sabido escuchar
Entre las aguas, en medio de especies únicas, hay lecciones que como humanidad no hemos sabido escuchar

Recuperarse... Nos recuperamos del afán mientras permanecemos en casa, nos recuperamos del sinsentido de una vida que se va yendo sin que nos demos cuenta. Nos recuperamos a nosotros mismos en la posibilidad del adentro, de la mirada en el espejo, de la conversación interior que quizás, por estos días, se haga en voz alta.

Recuperamos a quienes están cerca ahora con el espacio para encontrarnos. Recuperamos el espacio, aunque a veces no el tiempo. 

Recuperar... recuperar el sentido de comunidad mientras intentamos protegernos colectivamente. Recuperar el sentido de lo íntimo mientras las puertas se mantienen  cerradas.

El confinamiento para mí ha estado íntimamente ligado a la recuperación... recuperación de mí misma y también de mi espalada. Recuperación de mi placer por escribir, de las ideas archivadas por años, de las sensaciones ocultas... recuperación a su vez de las inseguridades que me produce la escritura, el revelarme, el dejarme al desnudo. Recuperar la desnudez para mostrarse como uno es y fluir, recuperado. 

Recuperar... las conversaciones con mis viejos, los paseos por el jardín, la observación de los pájaros, los detalles de las flores...

Recuperar el tiempo que se va en las ocupaciones de todos los días, recuperar los buenos recuerdos, la vida soñada...

Esta idea confinada sobre la recuperación me lleva a un viaje... era 2016 y con un grupo de periodistas viajamos al Encuentro Mundial de la Conservación en Honolulu, Hawaii. Era el más grande encuentro de conversación en el mundo ese año, una especie de cumbre del clima pero de la conversación en la que participaban más de 10.000 personas, entre expertos, ministros, gente de negocios y periodistas... un evento fantástico, lleno de conferencias, imágenes de la naturaleza, descubrimientos ambientales y bailes típicos. Y claro, salidas a campo para conocer de primera mano la naturaleza de Hawaii que por cuenta del blanqueamiento de coral y la pérdida de especies marinas, es considerado uno de los lugares más afectados del mundo por el cambio climático. Ese archipiélago, aislado como está del resto del mundo, es el hábitat de un montón de especies únicas.

Para contrarrestar los daños, por esos días de lanzó el Papahanaumokuakea, un nombre impronunciable para la que sería el área protegida más grande del mundo: 1,5 millones de kilómetros cuadrados dedicados a la conservación. 

Y entonces nos fuimos al agua... a bordo de una lancha llegamos Hanauma Bay, un lugar hermoso repleto de corales multicolor. Estábamos ahí, listos para meter nuestras caretas en el agua, cuando nos contaron que el blanqueamiento de los corales en ese lugar había superado el 60% hacía menos de dos años. El calor, la cantidad de químicos arrojados al agua por los motores de las lanchas y los protectores solares, entre tantas otras cosas, habían dejado la bahía al borde del colapso. Sin embargo, sin entender bien cómo ni por qué, más del 80 % del coral se había recuperado en un tiempo record. Los colores frente a nosotros eran una maravilla inexplicable.

"La naturaleza tiene sus propias formas de recuperación, sus propias capacidades innatas. "Son sistemas de recuperación que no entendemos pero que nos llenan de esperanza", dijo una de las investigadoras de la Universidad de Hawaii. Es que la naturaleza es más grande y más poderosa de lo que somos capaces de reconocer, de lo que somos capaces de entender.

Mientras estamos en casa, esa misma naturaleza se está recuperando, bueno, en los espacios que se los han permitido y que no han sido devastados con más fuerza aprovechando la cuarentena. La naturaleza está dando ejemplo de recuperación en una marcha contrareloj, que en pocos días ha revelado delfines en las costas, nuevas especies en los parques y presencias ya olvidadas en las montañas y ciudades. Su capacidad de recuperación en pocos días sin humanos es enorme y supera nuestra comprensión. Ojalá pudiéramos entenderla para que de su recuperación aprendiéramos nosotros.

Recuperar... el sentido de un mundo que lo ha perdido. Qué lindo escenario para un final de las coronas.

Texto y foto: María Clara Valencia. 

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar