Desde la Ventana

Observar el mundo con atención para aprender a ser humildes. Encendemos la luz... basta un soplo para que seamos recuerdo.

Si vamos a ser pájaros, hay que tener una rama a la que regresar tras el vuelo. Que las plumas caigan sobre la almohada como si acogieran las alas.

Unas piernas seductoras, el arte sensual de las telas que atrapan... un espectáculo de circo que, entre volteretas y saltos, gana adeptos en casa.

Devorarnos unos a otros... también cuidarnos unos a otros. Las dos acciones hacen parte de lo mismo: el esfuerzo permanente de seguir vivos.

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